“…Si no se realiza la donación, la filtración incluirá datos de otras partes de la empresa y una descripción detallada de lo fácil que fue para nosotros irrumpir en su red y posiblemente incluso llevar a cabo un ataque a la cadena de suministro en este pequeño proyecto que usted están implementando para la OTAN y EU-LISA…”
El FBI ha situado el #ransomware al mismo nivel que el del terrorismo internacional responsable de los ataques a las Torres Gemelas el 11-S, dado su gravedad.
El #ransomware ha evolucionado tan rápido en los últimos años y se ha vuelto tan sofisticado, que ha creado una sub-economía propia en la que distintos grupos de cibercriminales compran, venden y cooperan entre sí. ¿Quién participa y desde qué lugar? ¿Qué los motiva y cómo trabajan?
Cada cual que juegue su juego
Los ciberdelincuentes son los primeros actores de esta cadena y luego existe toda esta organización delictiva detrás: personas que se dedican a obtener datos de tarjetas y vender esa información, personas que se dedican a realizar determinados kits de herramientas y venderlas para que otros hagan ataques. Gente que compra datos, otros que los buscan y los venden.
Toda una sub – economía que hace que sea viable, en este mercado negro, encontrar lo necesario para hacer un ataque y/o hacerse de su propio beneficio y que, en esa búsqueda individual, quede todo disponible y organizado para que, al momento de perpetuar masiva o fortuitamente un ataque, nadie quede a salvo.
Ciberdelincuntes, cibercriminales, abogados, aseguradoras, profesionales del lavado de dinero, son parte de este negocio, del cual pagues o no un rescate o, funcione o no la llave, volver a estar operativos puede resultar complicado. Muchos archivos pueden haberse desplazado o las aplicaciones no funcionar como deberían, lo que ha sumado el surgimiento de empresas que se encargan precisamente de poner orden para volver a la «normalidad» tras un ataque.
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